lunes, 1 de agosto de 2016

Sigamos soñando

Hace poco escribí acerca de cómo en Corea del Sur se logró recuperar un rio en Seúl y convertirlo en un parque en el medio de la ciudad, mientras que nuestro Guaire permanece en el olvido, a pesar de las promesas oficialistas. Desde siempre me ha llamado la atención ver la poca atención que le prestamos a los cuerpos de agua que tanto abundan en el país. En otras latitudes cualquier lago o embalse es casi por obligación, un destino turístico o al menos un parque con amplias posibilidades para el disfrute.

Nuestras ciudades y pueblos cercanos a lagos o embalses parecen crecer de espaldas a estos, sin prestarles mayor atención y usándolos como botadero de desperdicios. Triste ejemplo de esa realidad lo es el Lago de Valencia o Laguna de los Tacarigua como se le conoció durante muchos años.

El Lago de Valencia es la única hoya hidrográfica cerrada que tiene Venezuela, bordeada por las dos principales ciudades del centro del país, como lo son Maracay y Valencia, y varias poblaciones menores, como Güigüe y Magdaleno entre otras. En ninguna de estas ciudades, hasta donde yo se, hay un malecón, un paseo, una marina o una playa de lago. Lo que si abundan son cochineras, industrias y vertederos de basura que contaminan diariamente las aguas del lago.

En tiempos del gobernador Henrique Salas Feo se firmó un acuerdo con una empresa japonesa la cual, por medio de plantas de tratamiento instaladas en varios puntos del lago, garantizaba la recuperación de sus aguas en un lapso de máximo 5 años. Ello iba acompañado de un programa de concientización, saneamiento y de manejo de las aguas residuales vertidas por las industrias del sur de Valencia. 

Desgraciadamente, el gobierno central prohibió el convenio alegando que la Gobernación de Carabobo no estaba autorizada a firmar acuerdos internacionales. Tampoco Hugo Rafael lo firmó, ni lavó ni prestó la batea cómo se diría en buen criollo, y ahí esta el Lago de Valencia, agonizante, ahogándose entre desperdicios y desidia.

Barco turístico, Lago Leman, Ginebra Suiza.

Ese lago en cualquier país europeo con seguridad tendría balnearios, malecones, clubes de velerismo, de pesca, playas de lago, deportes acuático de todo tipo, barcos que navegarían entre las distintas ciudades de sus costas, incluso hoteles y resorts en sus cercanías o mas aun, en alguna de sus islas. No veo porque, una vez recuperadas sus aguas, un desarrollo como el descrito no pueda llevarse a cabo en esa región del país.

Al lector que con escepticismo se pregunta, mientras lee estas líneas, ¿quién invertiría en tales proyectos? o ¿quienes harían turismo en ese destino? solo le respondería que otro soñador que dibujaba ratoncitos y patos creó, en el medio de los pantanos del centro de la Florida, infestados de cocodrilos y zancudos, el más grande complejo de parques temáticos del mundo. En su momento todos dudaron de su decisión, hoy en día se le considera uno de los más grandes visionarios de todos los tiempos, mientras que niños y familias de todo el mundo agradecen su tenacidad y constancia .

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