lunes, 8 de febrero de 2016

¿Qué hacer en la cima?

Si bien es cierto que la construcción del Hotel Humboldt fue, mas que un obra planificada y estudiada, un alarde de modernidad y progreso por parte de aquella dictadura, es igualmente cierto que la estructura está ahí y que debe buscarse la mejor manera de hacer de ella algo útil y provechoso.

Hotel Humboldt, en l acima del Avila.


Cuando se construyó se sabia que sin un casino que proporcionara ingresos, el hotel por sí solo era inviable económicamente. Siempre se ha hablado de esa posibilidad, al igual que la posibilidad de convertirlo en hotel escuela. Lo que nunca se ha planteado (al menos hasta donde yo conozco) la posibilidad de ampliar el hotel para llevarlo a un numero de habitaciones que lo haga rentable. Ello no implica la construcción de una nueva torre, por el contrario, nada que altere el perfil de la montaña. De tomar esa decisión, debiera realizarse la construcción de una estructura de bajo impacto ecológico, en forma de terraza escalonada que descienda por la ladera dela montaña. La vertiente norte, la que da hacia el mar, tiene un pendiente mucho menos pronunciada que la mira hacia Caracas, prestándose para este tipo de edificaciones, además de brindar a los huéspedes vista al mar en todas las habitaciones.

Lograr que la cima del Ávila sea de interés turístico, pasa por el desarrollo de actividades recreacionales más allá de los kioscos y ventorrillos que reciben al visitante en la cima. Una de ellas pudiera ser la extensión del teleférico a otros puntos de la montaña, con paradores, restaurantes, paseos y caminerías. Otra pudiese ser la construcción de una pista de esquí artificial, como las usadas por los esquiadores para entrenar durante el verano. Dichas pistas son de fácil instalación y mantenimiento, es como una especie de alfombra sintética, sobre la cual se deslizan los esquíes tal y como si estuviesen sobre la nieve. Hay pistas de este tipo en Inglaterra, Italia, Alemania por solo mencionar algunas, las mismas pueden incluso ser verdes para mezclarse con el paisaje.


 

pueblo de Galipán

Otro punto de gran debate acerca del sistema teleférico es la rehabilitación del tramo hasta Macuto. Sobre este particular, debe pensarse y evaluarse muy bien esta posibilidad y no hacerlo por simple populismo. La capacidad de las instalaciones se encuentra ya rebasada. En temporada y días pico, hay en la cima mas gente de la que cabe. El abrir el tramo de Macuto, sin haber ampliado el espacio y la oferta en la cima, es solo empeorar lo que ya esta mal.

En los años que ha permanecido inoperativo dicho trayecto, ha surgido y crecido un barrio de unas 30 mil personas en los alrededores de la estación de Macuto, con todo lo que ello implica. Seria irresponsable con los visitantes, abrir ese trayecto sin antes haber tomado las necesarias medida de saneamiento social en esa zona. El proyecto Casas Blancas llevado adelante por la Fundación Santa Teresa y del cual he hablado en otras oportunidades en esta columna, pudiera ser una forma de mejorar las condiciones de los habitantes de dicho barrio.

Nuestro hermoso Ávila nos brinda una extraordinaria oportunidad de hacer de él un destino recreacional de primera para los habitantes de Caracas y el litoral central. Quedará en nuestras manos la responsabilidad que ello así sea.



lunes, 4 de enero de 2016

Tráfico en las alturas

Caracas, a diferencia de muchas otras ciudades, carece de suficientes espacios para el ocio y esparcimiento. Son pocos los parques y áreas publicas destinadas a tal fin. Las pocas que tenemos están sobrecargadas de visitantes y no en las mejores condiciones en lo que a ornato, limpieza y seguridad se refiere. Es por ello que muchos caraqueños han convertido a los centros comerciales, no en lugares destinados a las compras, sino principalmente al entretenimiento.

Entre esas pocas áreas recreacionales que ofrece la ciudad destaca sin duda el majestuoso cerro El Ávila, y el parque nacional que ahora lleva por nombre Waraira-repano.

En estos días de asueto navideño, llamó mi atención una noticia de El Nacional (versión on-line) la cual titulaba: Teleférico, mas colas que diversión. Triste enunciado, no por ello alejado de la realidad, al contrario, se quedaban cortos en su apreciación.

Habiendo ya sufrido en otras oportunidades las enormes colas que se forman en la estación del teleférico y la escasa oferta que se encuentra en la cima (mas allá de kioscos y ventorrillos) decidí en esta oportunidad subir en vehículo rústico hasta Galipán.

a la derecha Los Venados, a la izquierda Galipán, Hotel Humboldt, Macuto.

Desde hace ya varios años el camino se encuentra pavimentado, cosa que como todo en la vida, tiene sus ventajas y desventajas. La mayor ventaja es que impide la erosión que se producía a consecuencia del trafico y las lluvias. Lo negativo es que ahora sube muchísima más gente de la que solía subir. Antes solo podían hacerlos rústicos 4 x4 conducidos por pilotos que supieran y estuvieran dispuestos a “rustiquear” . Hoy en día hasta una camioneta 4 x2 sube sin mayor esfuerzo. Este gran número de vehículos que ahora visitan la zona ha traído como consecuencia que los galipaneros, buscando mejorar sus ingresos, hayan construido todo un rosario de chiringuitos a lo largo del camino, desde que se alcanza la cresta del cerro (de donde parte el camino que baja hacia el litoral) hasta la entrada al pueblo. Ello por si solo no estaría mal, siempre y cuando estuviese debidamente permisado y reglamentado, cosa que en lo personal, creo no es así, pues hasta el acceso al camino que conduce al Picacho de Galipán se encuentra obstruido por un kiosco de reciente construcción. Pero para ponerle la guinda a la torta, la mayoría de dichos establecimientos no cuentan con espacio para estacionamiento los vehículos, mucho menos un estacionamiento como tal. En resumen el caos y la anarquía reinan por doquier. Vehículos rústicos (los cuales jamás se han caracterizado por su modesto tamaño) se estacionan a ambos lados del camino, dejando solo espacio suficiente para que pase un vehículo en medio de las dos hileras.

Los que salen y los que entran se encuentran de frente y ahí comienza el tira y encoje, quien cede espacio al otro para que avance. Salir de Galipán en estas fechas podía tomar hasta dos horas.

Abajo, en el puesto de Guarda Parque del estacionamiento Llano Grande la guardia nacional no pone coto a la avalancha de vehículos que inician la subida.

Si todo recinto tiene un aforo establecido, (estadio, teatro, cine, parque, etc.) por qué Inparques o el Ministerio de Ambiente no determina cúal es la capacidad máxima permitida de personas y vehículos es dicha área? No solamente es molesto para el visitante pasar por las incomodidades de la anarquía vehicular. Más allá de eso, es un tema de seguridad, de protección del medio ambiente y de hacer turismo sostenible y sustentable.

Opciones hay varias, cobrar una entrada para ingresar al parque (como sucede en casi todos los países del mundo!) o una vez llenado el cupo de rústicos que la zona puede soportar, ofrecer al visitante opciones de estacionamiento y el posterior traslado en transporte interno del parque operado por los galipaneros, por solo mencionar dos.

Son acciones impopulares pero necesarias si queremos conservar el medio ambiente. Espero que pronto llegue el día en el que organismos tan débiles como Inparques y el Ministerio de Ambiente les sea reconocida la autoridad que merecen tener y puedan poner en practica las nomas y leyes ya existentes. A fin de cuentas será en beneficio de todos.

lunes, 7 de diciembre de 2015

Las Islas de Nadie (4)

Playa de arena rosada, La Orcchila

Entre las islas que integran las Dependencias Federales hay algunas con potencial turístico como Los Roques, La Blanquilla o La Tortuga. Hay otras que, carentes de playas u otros atractivos, son de vital importancia geopolítica, como es el caso de Los Monjes, Isla de Patos e Isla de Aves .

Pero hay una de gran belleza natural, con hermosas playas de arenas blancas y rosadas. Lamentablemente esa isla es prácticamente desconocida para los turistas. Me refiero a La Orchila.

En 1938 junto con otras islas pasó a formar parte de las Dependencias Federales creada por ley ese mismo año. Hasta la década de los 50 estuvo poblada por unos 120 habitantes, pescadores en su mayoría, los cuales fueron desalojados durante el gobierno de Pérez Jiménez, bajo cuyo régimen se construyeron algunas instalaciones militares y unas 32 pequeñas casas entre las que destacaba una residencia presidencial. Las mismas fueron diseñadas por Julio Barreiro Rivas y serían frecuentadas por el gobernante y sus allegados. Muchos de los sucesivos presidentes venezolanos también las han usado como residencia de verano.

La Orchila tiene unos 40Km cuadrados, una serie de cayos con extraordinarias playas al noreste de la isla principal. Colinas que alcanzan los 140 metros de altura, pista de aterrizaje en el extremo occidental de la isla, helipuerto, puerto marítimo, una carretera que la circunda y excelentes playas a lo largo de su costa suroccidental.

No estoy en contra que el presidente de un país tenga un lugar donde descansar, casi todos los presidentes del mundo tienen un lugar donde hacerlo. Lo que no me explico es la exclusividad de toda una isla para que una sola persona (ostente el cargo que sea) la visite ocasionalmente. Además, si la residencia presidencial de La Casona tiene vecinos y habitantes alrededor, si el Palacio de Miraflores tiene también edificios de apartamentos a pocas cuadras, ¿por qué no pueden haber desarrollos turísticos, (que le reportarían ingresos en divisas al país) en La Orchila? Es mucho lo que se puede hacer en 40 Km cuadrados, pero hablar de La Orchila siempre ha sido tabú y jamás se la ha considerado como algo mas que la casa de playa del mandante de turno.