Remontándonos a su origen, hay muchas de versiones. Una de las más conocidas y aceptadas es, sin lugar a dudas, una antigua costumbre de los carpinteros que, en vísperas de la festividad de su patrón, San José, celebrada el 19 de marzo, quemaban trastos viejos, virutas y sobrantes de madera a las puertas de los talleres para celebrar el fin del invierno. Junto con los restos de madera se colocaban unos candiles que sostenían en un palo, a modo de candelabro, llamado estayo parot. Estos ‘candelabros’ fueron evolucionando en decoración hasta tomar formas de figuras humanas.
Poco a poco, las fiesta de las Fallas se fue convirtiendo en un atractivo turístico de gran importancia. En 1927 llegó el primer "tren fallero" a Valencia, un ferrocarril lleno de turistas procedente de Madrid. En 1931 se nombra la primera fallera mayor de Valencia. Al año siguiente, en 1932, se organizó la primera semana fallera, y en 1934 se eligió al primer ninot indultat (una falla que era salvada de la quema debido a su calidad). Hoy en día, Valencia recibe cerca de un millón de turistas que vienen a disfrutar de la semana de las Fallas, hecho que sin duda dinamiza la economía local, el consumo en bares y restaurantes, transporte, alojamiento y servicios en general.
La Cremá o quema se realiza la noche del 19 de marzo. Una serie de fuegos artificiales iluminan el cielo valenciano, para luego extender los petardos hasta las figuras las cuales han sido previamente rociadas de liquido combustible. En medio de las explosiones las figuras de madera cogen fuego hasta empezar a arder en una gran pira.
En ella, las comisiones falleras (más de 400 solo en la ciudad de Valencia) van desfilando ataviados con el traje típico, acompañados de una banda que va interpretando pasodobles y otras piezas, mientras discurren por las calles de la ciudad hasta llegar a la plaza donde está la imagen de la Virgen. Cada fallera ofrece un ramo de flores con el que se confecciona un espectacular tapiz de flores a modo de manto que cubre el cuerpo de la Virgen, cuya estructura de madera permite ir entrelazando los ramos para formar impresionantes diseños. Esto, sumado a los 14 metros de altura de la Virgen, dotan a la ofrenda de una gran vistosidad. El manto se desmonta 3-4 días después del 19 de marzo.
Es una semana de fiestas, pirotecnia y tradición que bien vale la pena experimentar alguna vez.