Fanáticos del fútbol de todas partes del mundo, incluso de países cuya selección no se encuentra entre las 32 que compiten por la copa mundial, van a donde quiera que esté realizado un partido para disfrutar la emoción de presenciar al menos un juego de un mundial de fútbol.
De los muchos mensajes leídos por las redes sociales, hay uno en particular que llamo mi atención. Era un tuit o trino que decía textualmente:
“El domingo decidí ir al Mundial, el lunes actualicé pasaporte y compré pasaje-entradas, el miércoles compré dólares, el viernes viajé ¿otro país?, No, Venezuela 1998, Mundial de Francia, así era el país, y con sueldo de Prof. de la UCV (y cualquier sueldo de profesional)…y llegó Chávez”
Parece mentira la facilidad que muchos de nosotros tuvimos para viajar o asistir a una Copa del Mundo.
Hemos visto a través de la television como hinchas de países pequeños como Islandia o Croacia llenan las gradas. Como colombianos o argentinos se cuentan por decenas de miles. Cosa similar sucede con los fanáticos mexicanos. Sin embargo, el cambio politico sufrido por ese país el día de ayer, puede traer consecuencias devastadoras no solo para el turismo de emisión sino también para el turismo receptivo mexicano. Esta actividad económica es la tercera fuente generadora de divisas en ese país, sin embargo la única condición que exige el turismo como mercado es estabilidad y seguridad, algo que desde ya empieza a peligrar en el país azteca.
No digo esto como consecuencia a lo vivido en Venezuela, sino por tener ejemplos concretos. Uno de ello me lo proporcionó una gran amiga propietaria de una empresa de turismo receptivo en Europa. Un cliente mexicano le había reservado un tour de 20 días para 8 personas por varias ciudades europeas.
Tres semanas antes de la elecciones el cliente le canceló todos los servicios contratados, pues solo en esa semana el peso mexicano se había devaluado 30% y se les hacia imposible viajar. Preferían perder los boletos ya comprados antes que incurrir en más gastos con un peso mexicano en caída libre. Imagino que después de las elecciones de ayer la caída será vertiginosa.
Solo nos queda esperar y ver como se desarrollan los acontecimientos, mientras tanto lo único que esta pequeña historia confirma, es que nadie aprende por experiencia ajena.
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