Al menos eso reza el refranero popular y la final de la Copa Libertadores, parece confirmarlo.
El partido de ida tuvo que ser suspendido por un fuerte temporal que inundó el campo de juego haciendo imposible la celebración del partido. Este debió disputarse una semana más tarde. El resultado fue Boca Juniors 2 – River Plate 2, lo que convertía al partido de vuelta en una auténtica final. El ganador se lo llevaría todo.
Desde el punto de vista económico fue una decisión brillante. Para España y la ciudad de Madrid significaron ingresos directos por €42 millones ($47,7 millones), más €50 millones ($56,8 millones) en ingresos indirectos.
4.000 efectivos policiales debieron ser movilizados para garantizar la seguridad durante el partido, fuertes medidas para separar a los fanáticos fueron implementadas, llegaría por accesos distintos en horarios diferentes para evitar los enfrentamientos. El dispositivo de seguridad significó para el ayuntamiento madrileño un desembolso de €650 mil ($740 mil) una cifra irrisoria comparada con los ingresos percibidos.
La ocupación hotelera subió un 10% en promedio en toda la ciudad, a pesar que las tarifas también subieron una media de 15% con motivo del evento.
De este lado del Atlántico también hubo beneficios, pues en tiempo record los operadores de turismo estructuraron paquetes que incluían boleto aéreo, alojamiento por 3 o 4 noches, desayunos, traslados, entradas para el partido, tours por la ciudad, etc. contrataron vuelos charters además de los vuelos regulares los cuales se llenaron en cuestión de horas.
En resumidas cuentas, lo que fue la final más accidentada en la historia del torneo, terminó convirtiéndose en una fiesta del deporte y un éxito económico y turístico. Ganó River Plate, pero también ganó el deporte y sobre todo, ganó el turismo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario