Esta palabra de nuestro idioma es poco conocida y por lo tanto poco empleada, sin embargo, creo que es lo más cercano a su equivalente en inglés: “uniqueness” o aquello que es único. Puede traducirse también como ‘singular’ o ‘exclusivo’ pero para efectos del artículo de hoy, nos quedaremos con la acepción que lo titula.
Establecer diferencias comparativas y competitivas para atraer al viajero es un desafío. Quizá sea este el segmento más competido en toda la industria y ha sido durante años el segmento donde Venezuela ha intentado ingresar sin haber logrado nunca posicionarse con solidez. No entraré a evaluar las posibles razones de ello, sería tema para otra columna. Lo que si deseo plantear, es la necesidad de aprovechar y desarrollar nuestra unicidad turística para atraer (cuando las condiciones del país así lo permitan) a importantes volúmenes de visitantes.
Como ejemplo ilustrativo de lo que planteo tomemos al Reino de Nepal. Un pequeño país de forma rectangular en medio del Himalaya, que al mirarlo en el mapa parece estar estrujado entre dos gigantes, La India y China. Sin embargo, ese pequeño país tiene la fortuna de tener el monte Everest en sus fronteras, este hecho ya hace que Nepal sea único. Un accidente geográfico que le genera más de $25 millones al gobierno nepalí, únicamente por concepto de los permisos de ascenso, más lo que deja a la economía local la contratación de sherpas, agencias de viajes autorizadas, insumos, etc.
Seguramente si pensamos en la unicidad de Venezuela, lo primero que vendrá a nuestras mentes será el Salto Ángel, el cual, al igual que el Everest, se encuentra en un Parque Nacional, sin embargo, resulta mucho más fácil y son mucho más los escaladores que suben al Everest que el número de visitantes que recibe la caída de agua más alta del mundo. Pero además del Salto Ángel tenemos muchos atractivos realmente únicos y a los cuales nunca hemos prestado mayor atención para desarrollarlos como verdaderos destinos turísticos. De ellos voy a referirme solo a uno, así dejo otros para futuros artículos.
Relámpago del Catatumbo al atardecer, Lago de Maracaibo, Fotografía de Jonas Piontek |
El poder contar a futuro con una infraestructura medianamente adecuada, con un mínimo de comodidades y ciertas condiciones básicas, haría que este rincón fuese considerado como destino a visitar para poder ser testigo de este regalo que la naturaleza dejó en nuestro país.
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