El título del articulo de esta quincena puede prestarse a diversas interpretaciones, si Ud. apreciado lector, se imagina que me refiero a algún funcionario del régimen, tenga por seguro que hubiese titulado “puentes rotos”, en plural, pues son muchos los que no paso.
Viaducto 1 de la autopista a La Guaira |
Construido por allá por el año 53, con tecnología de punta para la época, hace mucho que ya había cumplido su vida útil. Aunado a ello, las aguas filtradas desde el barrio Gramoven (inexistente cuando se construyó la autopista) habían ocasionado que la montaña sobre la cual se apoyaba el estribo sur del viaducto generara una presión lateral varias veces superior para la cual fue diseñada la estructura, lo cual había producido fracturas en la misma.
La obra empezó a mostrar problemas en el año 1987, para 1990 un completo informe fue presentado. Para 1998, dada la tensión acumulada el viaducto se había curvado y el centro estaba varios centímetros más alto que los extremos. Se intentaron diversos mecanismos para alargarle la vida, sin embargo, era solo cosa de tiempo para que la estructura fallara. Todo el mundo lo sabia y varios expertos enfatizaban la importancia de construir un viaducto alterno antes de que el original colapsara. Para el año 2006, luego de 16 años de fallas, advertencias y consejos, unos aventureros de la ingeniería recomendaron “cortar” la base y colocar unos “patines” sobre los cuales la parte superior de la base se desplazaría hasta volver a su posición original, corrigiendo la curvatura en el punto medio del puente. Sin ser ingeniero aquello me parecía totalmente disparatado, y no estaba errado. El plan falló y la estructura se dañó mas allá de lo reparable, cerrándose el transito automotor sobre el puente para siempre.
Solo quedaron la via de Galipán y la carretera vieja para comunicar a la capital de la republica con el puerto y aeropuerto más importantes del país. En unos meses construyeron la célebre trocha o como eufemísticamente la llamó el oficialismo “vía alterna de contingencia” o algo parecido, en todo caso un nombre rimbombante para una precaria e improvisada carretera.
En resumen, fue solo luego de que el viaducto Nº1 colapsara, que el mandante de turno dio la orden iniciar las obras del viaducto alterno que tanto recomendaban construir los expertos en la materia. Hubo tiempo de sobra para construir un viaducto nuevo mientras el viejo aun estaba en funcionamiento y ahorrarle a los ciudadanos dos años de incomodas travesías al litoral, antes de poder hacer uso de la nueva estructura.
La situación general del país se parece mucho a lo arriba descrito, sabemos que es solo cuestión de tiempo para que esto caiga y por más que haya quienes lo apuntalen y procuren alargarle la vida, el régimen colapsará estrepitosamente.
No esperemos a que esto suceda para entonces iniciar los planes de reconstrucción del país, no podemos darnos el lujo de esperar dos años para arrancar.
Afortunadamente un grupo de jóvenes visionarios han conformado un grupo de trabajo para establecer desde el sector privado, las bases de lo que sería un plan nacional de turismo, y así, una vez cambie la situación política, poder en pocos meses lograr que el turismo empiece a generar las divisas que tanta falta le hacen al país.
Iniciativas similares debiesen ser copiadas por distintos sectores económicos, cosa que cuando caiga “el puente”, podamos también celebrar el contar con un plan estratégico sectorizado que nos lleve a la Venezuela del futuro, la que todos queremos.
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