lunes, 21 de octubre de 2024

Volar por suscripción

Cuando Netflix destronó a Blockbuster, el gigante del entretenimiento en casa por excelencia, a finales de los años 90, pocos podían imaginar hasta dónde llegaría lo que hoy conocemos como el modelo de suscripción.

El modelo de suscripción es un tipo de negocio en el que los clientes pagan una tarifa recurrente, generalmente mensual o anual, para acceder a un producto o servicio de forma continua. A diferencia de una compra única, los usuarios mantienen el acceso mientras sigan pagando la tarifa. Este modelo es común en servicios digitales como plataformas de streaming (Netflix, Spotify), software como servicio (SaaS) (Microsoft 365, Adobe Creative Cloud), y también en productos físicos como cajas de suscripción (Birchbox, HelloFresh). El objetivo es generar ingresos recurrentes y fomentar la lealtad a largo plazo de los clientes. A esta lista no solo podemos añadir música, radio o televisión, sino también alquiler de vehículos, gimnasios, aplicaciones móviles… En fin, la lista parece interminable.

Ahora, las aerolíneas se han sumado a este exitoso modelo de negocio. Aunque lo promocionan como “vuele todo lo que quiera” o “All you can fly” (similar a los buffets all-you-can-eat), en realidad se trata de una suscripción anual que permite al viajero frecuente —no tendría sentido de otra manera— volar de forma ilimitada, dentro de ciertas condiciones.

 


La aerolínea de bajo costo húngara Wizz ha implementado este novedoso programa desde sus hubs en Europa, ofreciendo vuelos de ida o, por un costo adicional, vuelos de ida y vuelta. La suscripción mensual da derecho a un viaje por mes desde uno de esos hubs hacia cualquier destino al que vuele la aerolínea. Tanto el equipaje de mano como el facturado pueden añadirse con suplementos adicionales para cada caso.

Desconozco el alcance o éxito de este programa, y si será sostenible en el tiempo. Este tipo de suscripción está dirigida a un grupo muy específico de viajeros que puedan beneficiarse de la modalidad, pero lo cierto es que la suscripción aérea ya es una realidad. Solo el tiempo dirá si Wizz está adelantada a su tiempo, y si tendrá el mismo destino que las aerolíneas low-cost pioneras, como Laker, que en la década de los 70 ofrecía vuelos entre Londres y Nueva York, fracasando en su momento, aunque hoy las aerolíneas de bajo costo son comunes en todo el mundo.

Lo que sí es indudable, es que estamos ante una nueva era en el transporte aéreo de pasajeros y el futuro cercano nos lo irá mostrando.

lunes, 7 de octubre de 2024

El país donde nunca se pone el sol

 Por allá a principios del siglo XVI, se originó la frase “el imperio en el que nunca se pone el sol”, la cual hacía referencia a los dominios bajo la corona de Carlos I de España, pues además de los territorios en América, también gobernaba parte de Italia, Países Bajos, islas en el Atlántico, ciudades en el norte de África, etc.

Sin embargo, la frase terminó de calar y hacerse efectivamente cierta bajo el reinado de su hijo Felipe II, quien añadió a la corona los archipiélagos de Micronesia y las islas Filipinas (llamadas así en su honor). Literalmente en los dominios de Felipe II nunca se ponía el sol, ya que en alguna parte del imperio era de día.

Casi 500 años más tarde, se encuentra esparcida por el mundo la diáspora venezolana la cual supera los 8 millones de personas. Para ponerlo en perspectiva, de los 194 países independientes en el mundo, 78 de ellos (un 40% del total de países) tienen una población inferior a 8 millones de habitantes.
 
Estos 8 millones de compatriotas han llevado consigo nuestra música, nuestra gastronomía, nuestro arte, nuestra literatura. Muchos han abierto negocios, emprendimientos, galerías, restaurantes, dando a conocer parte de nosotros, que hacemos, que comemos, como pensamos, etc.
 


Esta interacción ha generado curiosidad en algunos aventureros quienes, venciendo obstáculos y dificultades, han logrado visitar el país y mostrar en sus canales de redes sociales sus experiencias y vivencias, así como nuestros paisajes y nuestra gente.
 
Aunque no todos tienen esa posibilidad, si pueden conocer algo del país a través de la diáspora. En casi cualquier parte del mundo pueden degustar una arepa o una cachapa, igual en Nueva York o en Sídney, bien sea en un “food-truck” o en restaurant de la guía Michelin, o escuchar nuestra música o apreciar nuestro arte, sin que el país o lugar donde esto suceda haga mayor diferencia pues nos une una misma identidad, la cual es transmitida a los descendientes nacidos en el exterior de estos compatriotas exiliados, al igual que es compartida con los habitantes del país que los ha acogido.
 
De alguna manera pueden conocernos sin visitarnos… eso ya sucederá más adelante cuando las condiciones lo permitan, de momento nos conocen a través de nuestra gente, pues dejamos de ser el país al norte del sur, para convertirnos en el país donde nunca se pone el sol.