Personalmente he sido desde siempre un convencido y fiel creyente de los beneficios de lo que en una época se conoció como turismo de nichos, luego de segmentos pero que en definitiva se reduce al turismo de grupos que comparten un interés común, alrededor de los cuales se diseñan actividades turísticas. Tenemos así los tour fotográficos, el turismo para observadores de aves, el turismo religioso y un larguísimo etcétera el cual difícilmente pueda tener fin. La diversidad humana abre posibilidades enormes. Se organizan tours para asistir a partidos de futbol, ver conciertos, asistir a carreras de Fórmula 1, de la misma manera que hay paquetes para los amantes del trekking y senderismo, o para los amantes de la pesca o como como existió en una Venezuela no muy lejana paquetes para los amantes del dominó, quienes asistían a torneos organizados en la isla de Aruba. Mientras los competidores de dichos torneos buscaban obtener el trofeo o algún premio, sus esposas y acompañantes disfrutaban de las tiendas y playas.
La ventaja para los operadores turísticos de esta segmentación por grupos de interés, es que permite unos márgenes de comercialización más amplios que los del turismo masivo. Siempre podrán crearse nuevos segmentos y tener la seguridad que existirán personas interesadas.
Tal es el caso de uno de los grandes visionarios del turismo mundial, quien en su búsqueda por desarrollar nuevos mercados ha decidido, literalmente, salir de este mundo. Me refiero al legendario Richard Branson, fundador del grupo Virgin.
Virgin inició como un sello disquero en 1970. Desde entonces el Grupo Virgin incluye telefonía celular, servicios de salud, inversiones, transporte ferroviario, líneas aéreas, etc. En total el grupo está constituido por más de 60 empresas activas. Otras cuarenta y tantas empresas que formaron parte del conglomerado han sido vendidas o fueron cerradas. Quizá las más conocida de todas ellas es la línea aérea Virgin Atlantic , pero la empresa del grupo a la cual Richard Branson más atención le dedica es sin duda Virgin Galactic , la empresa que hará del turismo espacial una realidad.
Pero ¿cómo sería esta travesía espacial turística? Los pasajeros subirían a bordo de la nave WhiteKinghtTwo en el puerto espacial Spaceport America, en Nuevo México. Ascenderían alrededor de 15 km antes de que la primera nave expulsara la segunda, SpaceShipTwo, donde completarían su viaje. Tras el acelerado despegue los “astronautas por un día” saldrían de sus asientos para flotar por la nave en un completo silencio rumbo al espacio.
Durante las 2 horas de viaje los pasajeros alcanzarían una altitud de 110 km al borde del espacio, superando la línea de Kármán, que marca el límite entre la atmósfera y el espacio exterior. La nave tiene capacidad para transportar a seis pasajeros y dos pilotos.
Originalmente se tenía previsto el año 2011 para el primero vuelo turístico al espacio. Una serie de contratiempos y la explosión de dos naves en las etapas de pruebas han retrasado esta fecha. La inversión hasta el momento (por no llamarlo pérdida) se acerca a los $500 millones, sin embargo, con casi 8.000 personas anotadas para viajar, el cupo de asientos disponibles agotado y un precio estimado de $250 mil por pasaje, el futuro económico de la empresa parece prometedor.
Si desea anotarse en la lista de espera, o al menos curiosear en la página donde personalidades como Brad Pitt y Aston Kutcher ya han reservado sus asientos, puede hacerlo desde aquí. Lo cierto es que muy pronto la frase “El cielo es el límite” será cosa del pasado.