lunes, 22 de abril de 2019

Islandia, auge y… ¿caída?

Si le preguntaras al viajero europeo o incluso norteamericano que destino le gustaría conocer, casi con seguridad Islandia estaría en la lista. Sin embargo, las últimas cifras de movimiento turístico indican que el destino empieza a perder fuerzas.

En 2018, 2, 3 millones de personas visitaron Islandia, un país con una población que no llega a los 350 mil habitantes. Ello representó un aumento de 5,5% con respecto al año anterior, pero estuvo muy por debajo de las estimaciones de la Oficina de Turismo Islandés. En los últimos años el turismo en Islandia había aumentado a razón de un 25% anual desde 2013, alcanzando un pico en 2016 con un 38%. Entonces ¿por qué Islandia ya no es el destino frio más “caliente”? La verdad es que nadie lo sabe. Quizá se deba a un conjunto de razones. El destino es costoso y también lo es el alojamiento. La línea aérea de bajo costo WOW cesó operaciones de manera intempestiva. Islandia sigue recibiendo interés y visitantes, pero otros destinos comienzan a emerger, quizá gracias a la globalización, a redes sociales como Instagram o Facebook etc.

Por ejemplo, el portal de reservas Hotels.com reportó un incremento del 52% en las búsquedas hoteleras en Groenlandia, pero solo del 17% en Islandia.

Aurora Boreal en Vestrahorn, Islandia (Getty Images/iStockphoto)


Islandia es costosa, y al parecer los turistas están buscando cómo hacer que su dinero rinda más. Las cifras muestran que el gasto turístico diario promedio ha disminuido. Los restaurantes y hoteles de Islandia están entre los más costosos de Europa, y sus precios se han duplicado en la última década. Ello ha traído como consecuencia que el grueso de los turistas ya no haga el recorrido de la isla, ni se aventuren hacia el interior como solían hacer, ahora se concentran en la costa sur, en Reykjavik (la capital) y sus alrededores. El precio promedio por habitación de hotel, que llegó a estar en 2017 en $550, ha bajado a $478 en 2018. Se ven los primeros síntomas de la recesión turística.

Otro factor que contribuyó al incremento del turismo en Islandia fue el papel que desempeñaron las líneas aéreas locales. WOW, la línea aérea de bajo costo con sede en Islandia, cesó operaciones abruptamente a finales de marzo de este año dejando “en el aire” a cientos de pasajeros con reservas y boletos comprados. Icelandair, American Airlines, Delta, United Airlines, Norwegian Air yAer Lingus ofrecieron boletos con descuento para los pasajeros afectados por el cierre de WOW. Pero, así como fue factor determinante en el incremento, ahora el cese de operaciones parece ser factor determinante en el decrecimiento.

La Organización Mundial de Turismo predice un crecimiento promedio del 4.2% anual para la próxima década, lo cual pudiera ser más sostenible que el “boom turístico” anterior.

Hace una década, Islandia sufrió un colapso económico y desde entonces ha luchado para recuperarse. El turismo jugó un papel clave en dicha recuperación, ayudó a aumentar el empleo, tuvo impacto en el sector de la construcción con el establecimiento de nuevos hoteles, por lo tanto, es más que comprensible la preocupación de las autoridades locales ante el “enfriamiento” del turismo y el impacto que ello pueda tener en la economía del país.


lunes, 8 de abril de 2019

La fuente millonaria

Hay costumbres turísticas que definitivamente no le gustan a las autoridades. En la novela de Federico Moccia "A tres metros sobre el cielo", los dos protagonistas cerraban un candado sobre la baranda del Ponte Milviot lanzaban la llave al río Tíber como muestra de amor.

Turistas de todo el mundo, privados de toda originalidad y vergüenza, se lanzaron a imitar a los protagonistas de la novela de Moccia. Esta “costumbre” turística no gustó mucho a las autoridades locales de la alcaldía de Roma. Retiraron todos los candados y establecieron una multa de €60 para quien volviera a engarzar un candado en cualquier puente de la ciudad. Situaciones similares se repitieron en otras ciudades europeas, como Salzburgo o París, con similares resultados.

Sin embargo, no todas las cosas que los turistas copian de la películas son malas, al menos para las autoridades locales. En la película Creemos en el amor de 1954, tres secretarias americanas que viven en Roma tiran una moneda cada una a la Fontana di Trevi pidiendo encontrar el amor. Pues la “secretaria americana” que todo turista lleva adentro encontró este gesto sencillamente adorable, al punto que es toda una tradición para quien visite Roma, pasar por la Fontana di Trevi y lanzar de espaldas a ésta, una moneda en sus aguas.

Fontana de Trevi, Roma

Como era de imaginar, esta idea gustó mucho más a las autoridades romanas. Anualmente se recogen un millón y medio de euros de la fuente. Aspiradoras hidráulicas limpian la fuente semanalmente. El dinero se cede a Cáritas (ONG dependiente de la Iglesia) y ellos dedican dicho dinero a dar comida y refugio a los más necesitados. La ONG pasa un informe trimestral detallado de gastos.

Durante más de 18 años este acuerdo se ha respetado. Por ello cuando la alcaldesa de Roma, Virginia Raggi, amenazó con revocar este acuerdo la sorpresa fue mayúscula. Al final la alcaldía se retractó y dejo todo como antes.

Anita Ekberg en una escena de "La Dolce Vita"

Hay costumbres turísticas que gustan a las autoridades y otras no tanto. En "La dolce vita" (1960) el personaje interpretado por Anita Ekberg se baña en la famosa fuente romana en una escena que ha pasado a la posteridad. El baño en las fuentes públicas ya estaba prohibido antes de la película, pero ello no ha detenido a más de uno que haya buscado emular a la diva sueca, aunque por motivos muy distintos.

El más famoso de los “bañistas” lo fue sin duda Roberto Cercelletta. Entre 1968 y 2002, a razón de 6 veces por semana, Cercelleta tomaba un millonario baño en las aguas de la fuente a altas horas de la madrugada. En cuestión de 15 minutos recolectaba unos €850. A pesar de haber sido detenido varias veces, era liberado al poco tiempo, dada su condición de mendigo con problemas mentales. Finalmente, la presencia de 15 policías que vigilan la fuente diariamente y una multa de €450 para quien se bañe en ella, han sido suficientes medidas de persuasión para evitar los baños en la fuente.

En todo caso, La Fontana di Trevi es una visita obligada cuando se está en Roma, lanzar la moneda sigue siendo opcional, pero casi todo visitante a la famosa fuente, lo hace.